«Ayer le di su primera papilla, y creo que no le gustó nada. Me empujaba la cuchara con la lengua y escupía la comida fuera!». Este comentario frecuente entre los padres identifica el reflejo de extrusión. Este reflejo permite a los lactantes «protegerse» frente a alimentos sólidos, diferentes a la leche, que aún no están preparados para asimilar. La lengua empuja el alimento o la cuchara hacia fuera cuando éste/a se coloca sobre la punta.
Un reflejo es automático, no se puede evitar. Con frecuencia parece que al niño no le gusta ese alimento nuevo, pero no, es algo que «le sale solo». Desaparece en torno a los 4-6 meses (más tarde en algunos niños, sin que eso sea motivo de preocupación). Esta desaparición es, junto con otros hitos, como mantenerse sentado (con apoyo), ser capaz de indicar hambre y saciedad o manifestar interés por los alimentos, un indicador de que está preparado para iniciar la alimentación complementaria.
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